El hueco imposible de los silencios
Aves de paso, de Berta Puig, propone desde el título una metáfora de la existencia. Es también una declaración de intenciones de la autora para abordar, en la novela, el vuelo necesario para lidiar con la gravedad terrenal humana desde la ligereza de los pájaros y, al mismo tiempo, echar raíces sólidas, ya sea en el amor o en la escritura.
La novela aúna muchos hallazgos. Uno de ellos es el tratamiento de los espacios. La autora nos adentra en el amado y seguro “Mas Falciot”, Sant Feliu de Guixols, en Barcelona, y en el trayecto de dudas y anhelos que llevarán a Alicia, la protagonista, a desplazarse a Polonia siguiendo el mapa del amor hasta llegar a Konrad, el arquitecto polaco. La vinculación emocional convierte los espacios citados en lugares íntimos, espirituales. La pasión por la memoria histórica y lingüística; el valor de la palabra como acto; la lengua como signo de identidad atraviesan con acierto la novela. Como una historia dentro de la otra, los lectores nos apuntamos al ansia de saber de Alicia, a seguir el rastro de esos ojos celestes por Europa. Al afán de conocer la historia amorosa de su abuela, Carmen, con Marek, el posible progenitor de Ernesto, su padre. A confirmar si el brigadista internacional, que amó a Carmen, es su abuelo. A llegar al origen, lo primigenio. Ese viaje entre el pasado y el presente, el tiempo y la estructura narrativa, están tratados con destreza. El tema de la guerra, ya sea la Guerra Civil española o el pasado cruento de Polonia, refleja con hondura el sufrimiento histórico, la mentalidad estalinista, la ceguera de la condición humana. La novela fluye con ritmo musical; el lenguaje acoge la sinestesia, la atribución continuada de visiones y sensaciones olorosas, táctiles, auditivas y gustativas a las cosas sencillas, cotidianas, mediante una prosa clara, limpia y delicada.
Alicia quiere rellenar el hueco imposible de los silencios, saber lo que los lectores ya sabemos, sin embargo, el párrafo final abraza el presente, el cuerpo de Konrad en el parque. Camina de la mano del amado dejando las preguntas sin respuesta, la trama abierta, cómo la propia vida. Sus pasos mullidos por la hierba restallan una clara certeza, la belleza de Aves de paso.
Enhorabuena, Berta.
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