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NO ABRAS EL CAJÓN – Juanjo Fernández Sola

Foto del escritor: StonbergStonberg

Lo vas a abrir, ¿verdad?

Pues tú verás… No, si yo te entiendo: basta con que a uno le digan “¡no abras el cajón!” para que entren unas ganas irreprimibles de mirar qué hay dentro. O, como mínimo, de preguntar “¿por qué no?”. Me parece justo, y voy a contestarte, para que conste que te he avisado.

Quiero que sepas que si abres el cajón, no encontrarás ahí calcetines, pañuelos o cinturones. En este cajón hay… cosas. No sé si te van a gustar. Son cosas que han hecho huir a la carcoma, cosas que brillan de un modo extraño en el interior del cajón, y si metes la mano… en fin, no puedo garantizarte que la saques entera.

¿Esto aún no te asusta? ¿Quieres saber más? Bien, supongo que puedo explicarte algo más, aunque no querría que pensaras que lo hago para tentarte: dentro del cajón hay seis historias, seis relatos con un final sorprendente. Encontrarás a Lucía, que acaba de tener un hijo, y despierta en casa de su marido vampiro. También hay un cajero automático que dispensa dinero… y terribles predicciones sobre la muerte de personas cercanas, para desesperación de la única persona que las ve en pantalla. Si sigues rebuscando en el cajón, hallarás a Hugo, retrasado mental y amnésico, que celebra una incómoda fiesta el día de su cumpleaños: puede que ese día recupere la memoria, y puede que sea mejor que no lo haga.

Si entonces notas aroma a cuero, es el del balón de fútbol de Belloso, un veterano futbolista retirado en un asilo que explica a un periodista el sorprendente y jamás revelado secreto de su efímero éxito en los años cuarenta. Un secreto que cambiará la percepción del mundo que tiene el periodista.

Pero para secretos, los que acumula Santi. Secretos, o delirios paranoicos que va explicando incansablemente a su amigo hasta que éste pierda la paciencia… o empiece a creerle.

Y ya casi en el fondo del cajón, tocarás la arena del desierto fronterizo donde Pete, John y Glen, socios en la explotación de una mina, van a enfrentarse a los herma-nos Terrence, y a la poderosa magia de su madre india, una magia que confunde la vida y la muerte.

¿Te preguntas cómo es posible que yo tenga un cajón así, y que lo haya llenado con esas… cosas? No sabría qué decirte. Yo también me lo pregunto. En serio. No sé… puede que hayan sido las lecturas, las películas, algunas compañías… Yo mismo me sorprendo al ver el cajón, ahí, lleno de… cosas. Pero, al fin y al cabo, puede que incluso tú tengas algún cajón similar en casa. Si es así, ya sabes que lo único que podemos hacer es avisar a los curiosos para que no lo abran. Aunque no sirva de mucho.

Como ahora: yo quería advertirte y me temo que lo único que he conseguido es despertar tu curiosidad. Puede que sea mejor así. Si alguna vez has dejado de mirar debajo de la cama, si alguna vez no te has aventurado por un pasillo a oscuras sin encender la luz, si te han despertado ruidos a medianoche y no te has levantado porque temías encontrarte con… cosas, entonces puede que te guste lo que hay en el cajón.

Así que, si tienes la mano en el pomo, déjame que vaya a ayudarte. Vamos a estirar, así, muy suave. Ya se abre.

A ver qué hay…

Juanjo Fernández

 
 
 

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