LOS CUADERNOS DE LA MEZQUINDAD - Juan Manuel Díaz

“Mientras proseguía con la redacción de la metáfora de mi redención, noté como Dolores miraba por la fina rendija de la puerta entreabierta, admirando al joven aplicado al que había alquilado la habitación. Me detuve un segundo y escuché el silencio de mi cuarto. Una cucaracha agitaba furtiva sus antenas a mi derecha. Noté la respiración de Dolores al otro lado de la puerta. Sonreí inexplicablemente, casi como si fuese feliz.”

Si alguien renuncia a la felicidad cuando se la cruza por la calle o cuando duerme abrazado a ella es porque cree haber encontrado algo más importante. Ese es, al menos, el caso del joven anónimo que protagoniza esta novela, alguien que decide dotar de sentido a su vida escribiendo obsesivamente la que deberá ser la gran obra maestra que hace décadas que el mundo está esperando. Mientras algunos se casan y tienen hijos, nuestro héroe decide ser escritor; mientras algunos se abren a amistades y amores, nuestro joven profeta se considera el último emisario de una verdad dolorosa, y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para dar sentido a su vida a través del arte.