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LAS HORAS INDULGENTES -Begoña Buil

LAS HORAS INDULGENTES -Begoña Buil

20,00€Precio

Dos mujeres que, a través de sus confesiones a lo largo de esas “horas indulgentes” entrelazan destinos y logran con sus miedos, fracasos y pequeñas alegrías, hechizarnos. ¿Quieres hojear el libro? Marca aquí

Linda es una joven peruana, una bajadita de la sierra, que llega a Barcelona huyendo de un acontecimiento siniestro. Ahora trabaja en la peluquería Verde y Ámbar y frecuenta el bar nocturno “Señor de Sipán”. Hortensia es una anciana que empieza a necesitar ayuda doméstica. Estamos en el año 2010, con una crisis económica que arrecia. Linda responde al anuncio. Durante el tiempo que compartirán, se suceden los acontecimientos. Linda deberá decidir el curso de su joven vida, encarar su fragilidad y el amor no correspondido por Marlon. Hortensia hará frente a su declive, fortalecida por la presencia de la chica. El piso de la calle Mallorca es el mismo donde pasó la infancia; encierra todavía los interrogantes de aquel tiempo desolador de guerra y posguerra, bajo el cuidado de familiares insensibles, de extremado rigor. Solo una tarde a la semana le permiten, durante un tiempo, ir a jugar a casa de su amiga Gina, la hija del sastre y de la encantadora señora Mildred. Los jueves van a ser sus días de suerte. Gina y, pasado el tiempo, Linda “le quitan el polvo a la soledad”. 

 

“La manera solemne como el sastre las miraba mientras, serio y callado, tomaba las medidas a las muñecas con una cinta métrica y las anotaba en una libreta con el lápiz que solía llevar detrás de la oreja para, después, dibujar el patrón y convertir cualquier retal sobrante en un vestidito o un peto…Tenía una pierna un poco más larga que la otra, lo que otorgaba a su paso un ligero vaivén.  Ellas le seguían sin adelantarle, como dos perrillos bien educados, desde el dormitorio de Gina hasta el cuarto donde estaba la máquina de coser. Las dos niñas, Hortensia y Gina, asomando la nariz por encima de la vieja Singer del señor Josep, cuando en el barrio todavía le respetaban y nadie le llamaba Pepa; antes de que hicieran correr el rumor de que, tiempo atrás, le habían visto entrar en La Criolla o en Cal Sagristà e incluso pasear del brazo del viejo transformista Bertini o del joven bailaor Mirco”.

 

Para mí Las horas indulgentes es una novela “de historias”. Y me explico: la experiencia de Begoña en el campo del relato se nota en su maestría para entretejer recuerdos y escenas que conforman este libro como si, en ocasiones, de cuentos maravillosos se tratase. Hortensia y Linda, las dos mujeres protagonistas, a través de sus confesiones a lo largo de esas “horas indulgentes” entrelazan destinos y logran, con sus miedos, fracasos y pequeñas alegrías hechizarnos sin necesidad de grandes gestas. Porque, al fin y al cabo, como dijo Rodoreda al inicio de La plaça del Diamant (parafraseando a George Meredith): “My dear, these things are life”.

Gemma Solsona Asensio

Escritora

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